y que me pertenece como un secreto. La mente selecciona, exagera,
traiciona, los acontecimientos se esfuman. Las personas se dividen
y al final solo queda el trayecto del alma, esos escasos momentos de revelación del espíritu.
No interesa lo que me pasó si no las cicatrices que me marcan y me distinguen .
Mi pasado tiene poco sentido, no veo el orden, claridad, propósitos ni caminos, sólo un viaje a ciegas, guiada por el instinto y por acontecimientos incontrolables que desviaron el curso de mi suerte. No hubo cálculo, solo buenos propósitos y la vaga sospecha de que existe un diseño suprior que guía mis pasos. Hasta ahora no he compartido mi pasado, es mi último jardón, allí donde ni el amigo más intruso se ha asomado...
Isabel.
Como si hubieras escrito para mí.
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