Que enamorarnos nos convierta en idiotas está bueno. Al fin y al cabo lo que hagamos a partir de entonces, con nuestra idiotez, depende de nosotros.
El miedo no es a enamorarse, entonces, es miedo a que de repente tus prioridades cambien y tus tiempos cambien y tu esquema mental cambie, y que ahora te gusten los niños y los cachorritos y esas cosas.
Y que no dependa de vos.
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